miércoles, noviembre 14, 2007

Méndigos mendigos

Estoy harto de que en cada semáforo me pidan dinero. En serio. Los que por fortuna nos movemos en automóviles particulares a nuestras actividades diarias somos asediados por limosneros de todo tipo que buscan exaccionarnos. Y sin lugar a dudas la gama de limosneros y pedinches es muy variada: desde el clásico charolero (el que pide dinero directamente, sin ofrecer servicio o producto alguno), pasando por los castrantes limpiaparabrisas (en todas sus vertientes, desde el que te lanza el chorrito de agua enjabonada, que es el más me zurra, hasta el del mechudo quitapolvo), las marchantas de quince años con niño envuelto en rebozo, hasta el típico señor trajeado que con manguera y bote te dice que se le acabó la gasolina hace dos cuadras, o que lo acaban de asaltar y te solicita solamente diez pesos para el pasaje, y te deja en garantía una tarjeta de teléfono o identificación oficial. Una vez me tocó uno de estos aguzados, que me pidió para la gas dos días seguidos a la altura de viaducto y revolución ¡Puta madre! Estoy harto de todos.
Habrá algunos que justificaran la diáspora de limosneros que pulula por las calles. Dirán que es producto de la desigualdad económica, que es una válvula de escape para la falta de empleos, bla bla bla. Habrá otros que querrán eliminarlos del mapa, sin importarles en lo mas mínimo las causas por las que no trabajan en Bimbo o Coca-Cola o cualquier otra empresota que da jugosos sueldos y prestaciones a sus empleados. En fin, habrá miles de opiniones y yo tengo la mía.
Señores limosneros, les pido de la manera más atenta, les ruego que se abstengan de ofertarme sus servicios y/o sus productos, y a los charoleros les exijo que no me chinguen porque de plano no tienen madre. No tengo la culpa de la pauperización de México. Parafraseando al que prometió ser "el presidente del empleo" y no ha cumplido "tengo las manos limpias".
Señores limosneros, les aseguro que cuando puedo ayudo aportando alguna cantidad a la institución de beneficencia en turno, y si no lo hago de manera voluntaria no se preocupen, de manera forzosa me constriñen a "redondear" la cifra en el cajero del super.
Y si están hartos de ser exaccionados, agárrense, ya pasó Tabasco, ahora viene el Teletón...

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